viernes, 2 de mayo de 2014

Silbadores milenarios


Los lenguajes silbados luchan por sobrevivir en un mundo que poco conoce de ellos; presentamos aquí algunos datos de la investigación realizada por Cowan y Hasler en la región montañosa de Oaxaca

Lic. Lourdes Peregrina Nieto / Lic. Casilda López
El día levanta. Los silbadores despiertan la isla dorada. Desde las cimas hasta las profundas gargantas de piedra donde rompe el mar, resuenan los mensajes llevados por el viento. Es el silbido de La Gomera en Las Islas Canarias, un fenómeno lingüístico estudiado por científicos de todo el mundo; a diferencia del que se presenta en algunas zonas montañosas de México, cuyas motivaciones, estructura y evolución permanecen en gran medida a la sombra el desconocimiento.
Sin llegar a constituir lenguas[1], los lenguajes silbados nos asombran por su alto grado de especialización y por su efectividad en materia de telefonía. Su carácter enigmático se debe en parte a la suposición de que si estuvieron comprendidas dentro de los rudimentos comunicativos del ser humano, han sobrevivido durante cientos de miles de años.
Por otro lado, si bien el silbido pudo haber empezado con la imitación de los sonidos de los pájaros, lo cierto es que evolucionó hasta constituir hoy en día una sofisticada abstracción de los rasgos más significativos de las palabras.
¿Qué son los lenguajes silbados?
El etnólogo mexicano-alemán Juan A. Hasler nos explica, en su investigación publicada en 1960 en La Palabra y el Hombre (UV), que “por observación propia y por diversas fuentes orales y una escrita, sabemos que en varios lugares de México existe la muy amplia comunicación de ideas mediante silbidos. Como esta comunicación no se limita a simples llamadas convencionales, sino que  permite transmitir ideas no previamente convencionalizadas en determinados tipos de silbidos, y como permite formar oraciones y sostener conversaciones, se la ha llamado lenguaje silbado”.
La función de estos lenguajes es la de complementar las lenguas de los hablantes nativos que habitan en regiones accidentadas y con baja densidad de población; les permite comunicarse a grandes distancias sin necesidad de desplazarse, ya que los silbidos pueden ser escuchados en un rango de 10 kilómetros en regiones montañosas como La Gomera en Canarias, pero no rebasan los 400 metros en otras zonas llanas, boscosas o selváticas, donde el follaje y los troncos de los árboles cortan el paso del aire y con ello, el de las ondas sonoras.
La técnica del silbido también cambia de un lenguaje a otro y tiene distintos niveles de complejidad según las necesidades que esté destinada a cubrir. Puede emplearse sólo la forma de la boca, los labios y la posición de la lengua, las dos manos, algunos dedos, hojas de árboles o instrumentos musicales. En Las Canarias, que como decíamos es el caso más estudiado, el silbido tiene inclusive una producción literaria entre la que se encuentran cuentos y poemas. También es el caso del pueblo de los Akhas en Tailandia, cuya tradición oral se transmite de una generación a otra mediante el silbido.
Los descubrimientos de Cowan y Hasler
En el español de México podemos usar el silbido para llamar la atención de alguien o para hacer una advertencia. Este fenómeno también se registra en comunidades rurales de habla castellana y de habla indígena; sin embargo esto no constituye un lenguaje, sino apenas un conjunto de señales fónicas convencionales que permite entender que el conductor que nos rebasa envía saludos a nuestra señora madre.
El lenguaje silbado en México fue descubierto en 1948 por George M. Cowan, quien lo publicó en la revista de la ENAH bajo el título de El idioma silbado entre los mazatecos y los tepehuas de Hidalgo en México. Posteriormente Juan A. Hasler lo retomó para hacer nuevas observaciones; tras meses de estudio de campo escribió El lenguaje silbado, donde estudió los casos de mazatecos, huastecos, tepehuas, ocuiltecos, totonacas.
De entrada, Hasler explica la diferencia entre los tonos prosódico y fonemático en el lenguaje. El prosódico es el que tiene significado en sí mismo y nos permite imprimirle a una secuencia de sonidos como “mmhm”, una intención de pregunta, de afirmación, de negación o de satisfacción, por ejemplo. En cambio, el fonemático que no tiene significado en sí mismo, puede ser un poco más difícil de comprender porque no tiene un símil en español; éste hace posible diferenciar unas palabras de otras con base en alturas tonales. En nuestra lengua utilizamos el acento para distinguir entre “séquito”, “sequito” y “se quitó”; en la lengua Lonkundo del Congo Belga emplean los tonos alto y bajo para diferenciar  entre “espalda”, “arena” y otra palabra que significa un nombre propio. Hasler afirma que la escala de los mazatecos tiene por lo menos cuatro tonos: alto, bajo, compuesto alto-bajo y compuesto bajo-alto.
La relación entre el lenguaje silbado y las lenguas de carácter tonal (mazateco y otomí) es directa y transparente, pues, en el discurso, las sílabas del idioma hablado se intercambian por tonos y se convierten en melodías susceptibles de ser silbadas. Sin embargo, también se silba lenguas no tonales, como ocurre en el caso del tepehua, el totonaco y el español, donde el proceso de codificación no es digamos, “automático”, pero de la misma manera es capaz de transmitir un elevado número de oraciones en español, con escasa posibilidad de equívoco.
Hasler plantea que pudo haber sucedido que el silbido de La Gomera fuera creado por montañeses de habla tonal (africanos de raza negra en Europa) que posteriormente influyera en gente de idioma no tonal (hamitas, de raza blanca provenientes de Arabia y Oriente Medio) y finalmente en el español; no obstante, aclara que esto es sólo una hipótesis derivada de sus observaciones como etnólogo y que deja el caso a la opinión de un lingüista hispánico.
La política cultural y los lenguajes silbados
En Las Canarias, las técnicas del silbido están incluidas en la formación escolar de los estudiantes desde nivel básico, donde maestros locales las imparten para asegurar que sean transmitidas de una generación a otra; el silbido gomero cuenta además con la protección de la UNESCO, pues es considerado patrimonio inmaterial de la Humanidad.
Los ancianos de la comunidad platican que antes no se enseñaba a silbar en las escuelas sino que se aprendía de niño, jugando en la calle y en el monte, y que desde entonces se incorporaba a la vida diaria.
La conservación de lenguajes silbados ­–como los que se ha registrado en Aquitania (Francia), en Las Islas Canarias (España), en Kuskoy (Turquía), en la isla griega de Eubea, en Laos (Tailandia), en la zona peruana del Amazonas, así como en la región montañosa de Oaxaca, Puebla y Veracruz, entre otros; se calcula que existen más de 70 y sólo se ha estudiado 12 casos–, es vital, tanto por su valor cultural como por las posibilidades que plantea de explorar los aspectos fonéticos de la lengua, es decir la producción y percepción de los sonidos que conforman el idioma.
Vínculo con otras áreas de conocimiento
El origen del lenguaje es uno de los enigmas favoritos de la humanidad. Nos maravilla el haber transitado de las manifestaciones del puro instinto o de la imitación de los sonidos de animales a la creación de un artefacto social tan sofisticado que sin tener garras ni poderosos colmillos nos convirtió en los reyes de la selva. Durante miles de años, nuestra creación se volvió tan sofisticada que su complejidad terminó por rebasar nuestro entendimiento.  Kipling ilustró esta fascinación en El libro de las Tierras Vírgenes, al dotar a Mowgli de la capacidad de comunicarse imitando los sonidos animales y siendo el único con poder para gobernar sobre todos los demás seres.
En la actualidad, el avance de la ciencia y las nuevas tecnologías multiplican las posibilidades de conocimiento en torno del origen del lenguaje. Algunos científicos ya han contrastado en humanos, monos y otros mamíferos, los genes relacionados con su producción. En un trabajo interdisciplinario con la antropología, también se ha estudiado diversos especímenes humanoides para identificar, con base en el tamaño de sus cráneos y las características de sus aparatos respiratorio y digestivo, si es posible que hayan pronunciado palabras.
Asimismo, el monitoreo neurológico de Carreiras en 2005 ha confirmado que, en efecto, las áreas que activa el silbido en el cerebro de los silbadores son las mismas que las que activa el lenguaje hablado, tanto en la producción como en la decodificación de mensajes.
Finalmente las redes sociales y las plataformas digitales permiten a los lingüistas, etnógrafos y antropólogos disponer de videos, grabaciones y testimonios de los silbadores, de manera fidedigna y en periodos cortos; esto hace al estudio mucho más sencillo de lo que era en 1952. Sin embargo, la amenaza de extinción para estos lenguajes no reconocidos por los gobiernos, es grave, y a menos que se imite el modelo de Las Canarias inevitablemente acabará por extinguirlos.

Trabajos citados

Asociación de investigadores. (2006). Obtenido de El mundo silba: http://www.lemondesiffle.free.fr/projet/science/biblio.htm
Boeree, G. (2003). The origins of language. Recuperado el febrero de 2014, de Shippensburg University: http://webspace.ship.edu/cgboer/langorigins.html
Carreiras, M. (2005). Linguistic perception: neural processing of a whistled language. Nature, 31, 32.
Cowan, G. (1948). Mazateco whistle speech. Language, 280-286. Recuperado el febrero de 2014
Hasler, J. (julio-septiembre de 1960). Biblioteca virtual UV. Recuperado el febrero de 2014, de Repositorio institucional: http://cdigital.uv.mx/bitstream/123456789/3107/1/196015P23.pdf
Razón, R. L. (30 de enero de 2010). Mazatecos usan lenguaje de silbidos. Obtenido de La razón: http://razon.com.mx/spip.php?article22414
Universal, T. N. (17 de abril de 2006). Descubren la forma cómo evolucionó el lenguaje. Obtenido de El Universal: http://www.eluniversal.com.mx/cultura/48509.html




[1] La Wikipedia define el lenguaje como es un sistema de comunicación estructurado para el que existe un contexto de uso y ciertos principios combinatorios formales (por ello entran en él la señalética, la clave morse, el lenguaje de programación); por otro lado, la lengua es un sistema se signos especializados (lingüísticos) que permite a los miembros de una comunidad (hablantes) comunicarse e identificarse como miembros de dicha comunidad.