La tarde vestida de río
cae sobre los miradores
Son afilados los ojos
de la cresta de diamante
La muerte traza
encima nuestro una funesta
acrobacia luminosa
cada vez más cerca
cada vez más negra
Sonrisa de garras y viento
La más pequeña de las ramas
resiste el paso de la corriente
si baila
La alegría es una oración
de mariposas
altar de piedras
la alegría
Silencio blanco
en el corazón del bosque,
aromado paso de fantasmas
Palpitan raíces
bajo el peso de una danza
de serpientes
Nos golpean en la huida
estrellas que van a la guerra
¿Quién embruja el cielo
que los pájaros inventan?
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2 comentarios:
¿Así nomás opino? Me gustó tu poema, aunque me gustaría menos fragmentado por los espacios, para que, en mi opinión (obvio) fluyera mejor.
¿Y si ya quedó publicado para qué me manda aquí otra vez?
Está bien: lo que dije lo sostengo.
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