jueves, 11 de octubre de 2007

Diario del bebé 23 de agosto de 2006

Querido bebé:

Tu mamá ha dejado pasar mucho tiempo desde la última vez que te escribió. No es excusa, pero hace falta realmente poco para que si Dios quiere, estés aquí afuera con nosotros y tu papi y yo andamos con las últimas vueltas, comprando cosas, arreglando aquí y allá, preparando todo para que no te quede duda de con cuánto amor te estamos esperando.
Por esas mismas razones tengo mucho que contarte. Hoy quise hacerlo aunque también tenemos muchas cosas que hacer y ya debería estar poniéndome lista para que salgamos a buscar la pintura para tu cuarto. Espero que te guste cómo queda porque lo hemos planeado con mucho amor, aunque nuestras técnicas son un tanto, digamos, experimentales (escucharás esto muchas veces a lo largo de tu vida futura: “a los padres nadie les enseña a ser padres”). Además aproveché que tu papi todavía no se levanta =) Hoy se va tu tía Andrea a vivir a Chihuahua y la vamos a ir a despedir. ¡Claro! Y me tengo que ir a poner una inyección de hierro para que los dos nos pongamos muy fuertes para la operación. Bueno, inmediatamente después de que termine de contarte las cosas que amanecí queriendo contarte, me dispondré a hacernos de desayunar y a descolgar toda tu ropita que lavé antier y apenas se secó. ¡Ocupa tres tendederos! Todo mundo te quiere mucho y te trajo muchos regalos al saber que ya estás por llegar. Antes de guardarla debo plancharla y doblarla muy bien en bolsitas mientras queda lista la cajonera que ocupará. Disculpa que narre de forma tan desordenada, pero es que hoy es un día emotivo. No sé muy bien a causa de qué, pero es raro que yo despierte tan temprano. Quizá se deba a que ayer por la tarde y noche llovió mucho y la ciudad amaneció melancólica. Para ayudarme y no llorar desde las primeras líneas que te escribo, puse unas canciones de Pedro Infante que es un cantante mexicano que ya conocerás y al cual siempre me alegra escuchar. Te he cantado algunas canciones de él mientras has estado creciendo. Por ejemplo, acaba de pasar una que me encanta y se llama Corazón: “Corazón, corazón, no me quieras matar corazón”, que habla de cómo llega uno a sentir tan dentro a las personas que quiere, que si ellas se van, parece que la muerte le nace a uno en el corazón.
Sé que sólo debo contarte cosas felices en este diario. Ése es su propósito: que lo leas y sepas lo felices que nos has hecho a Luis y a mí. Pero es que… “pero es que”… lo escribo demasiado y ya debo dejar la muletilla porque no le da ninguna fuerza al texto ni es propio de la licenciada en letras que es tu madre (jejejeje). Lo utilizaré por última vez, al menos en esta hoja de diario, ¿sale?: Pero es que te lo digo por una razón feliz. Ayer en la noche tu papá y yo vimos una película que habíamos visto hacía años en un cine que ya ni existe, imagínate. Desde entonces significó mucho para los dos porque se trata de unas almas gemelas que vencen la muerte para estar siempre juntas. Se llama What dreams may come. No sé muy bien la traducción pero en español la anunciaron como Más allá de los sueños. Lloramos cuando hubo terminado porque nos recordó que hemos pasado muchas cosas para poder estar juntos.
Primero tuvimos una relación que aunque nos dejó algunos recuerdos preciosos, también nos hizo mucho daño. Fue un periodo muy intenso porque éramos muy jovencitos y todo lo estábamos descubriendo. Desafortunadamente no supimos cómo enfrentar algunos aspectos. Por eso fue necesaria una separación larga y nos costó mucho volver a encontrarnos. Los dos seguíamos teniendo heridas abiertas. Yo lo busqué cuando todavía no quería perdonarme. Él llegó cuando yo ya estaba dispuesta a vender mi casa e irme a vivir a México o al extranjero, a donde me alcanzara el dinero.
Para mí significó un gran cambio de planes aceptar que volviéramos pero estaba segura y lo he confirmado a lo largo de estos meses, de que no podía ser de otra manera.
Al lado de tu papá, las palabras “para siempre” no pesan. Tomada de su mano, no da vértigo asomarse a la eternidad y decir: “sí, caminaré contigo no importa lo que pase”. Así fue como juramos amarnos ante Dios y también como te concebimos, sabiendo que es para siempre. Siempre.
No te diré que es un reto menor. Recientemente he estado muy ansiosa. Hace poquito soñé con un horizonte terrible, de montañas y montañas de agua que salían de la nada y me arrojaban contra unos arrecifes. Dice tu papá que significa que veo los “problemas” (en este caso, nuestra inexperiencia, nuestras dificultades de organización, el pavor de hacerse cargo de algo tan frágil y tan precioso como eres tú), más grandes de lo que en realidad son y que no debo dejarme atemorizar. Creo que acierta. Sé que los tres podemos hacer un buen trabajo. Nosotros, para guiarte con humildad y tú, para crecer sano y feliz. En el sueño, cuando lograba salir del agua, las enormes olas se desvanecían y el sol brillaba con fuerza.
La vida cambia muchas cosas, hijito mío. De la noche a la mañana. No puedo decirte lo que nos espera en los años venideros, ni siquiera lo que pasará en la siguiente hora, pero sí, que emprendemos esta aventura de ser tus papás estando muy unidos y enamorados, queriéndote mucho, dándole muchas gracias a Dios por haberte enviado y dispuestos a asumir lo que venga, a sostener contra viento y marea las promesas, a respetar los acuerdos que hicimos con la vida, con el cosmos, al unirmos y procrearte.

Como ya te enterarás, nuestros padres, es decir, tus abuelitos, se divorciaron. Eso quiere decir que sólo permanecieron casados un tiempo y luego se separaron. Me parece que tanto los míos como los de tu papá, aún se querían mucho cuando lo hicieron. Nosotros sufrimos mucho a causa de esos rompimientos. La adversidad nos enfrentó de diferentes maneras pero al final, las superamos. Yo creo que ese aprendizaje fue una especie de entrenamiento para esta época.
Gracias a esas circunstancias maduramos antes de lo que debíamos y aprendimos muchas cosas, entre ellas, lo valioso que es saber arreglar las diferencias antes de tomar decisiones radicales que lo lastiman a uno y a quienes uno más quiere. Aprendimos que hacerle daño al otro nos hace más chiquitos como seres humanos y, en cambio, que amarlo y respetarlo, nos hace llegar al cielo. Aprendimos (algo dolorosamente, cierto), la lección de Saint-Exupéry: “amar no es mirarse el uno al otro, sino mirar amor en la misma dirección”.
Hoy cuando desperté y lo vi en la penumbra de la mañana nublada, supe una vez más cuánto lo amo, cuánto amo llevar en mi vientre al hijo de los dos, y en el corazón, la raíz de nuestra familia. Espero de todo corazón, hijito mío, que cuando seas grande también te enamores de alguien con quien puedas ser tan feliz como nosotros somos ahora.
Todas estas cosas tan bonitas que siento, quiero decírtelas pero también las escribo para mí, para que no se me olviden nunca. Quiero guardarlas muy bien porque son divisas preciosas para los momentos difíciles. Igual que las fotos y los videos que tomamos en nuestra boda y luna de miel (ya esperándote) en Cancún, y el video que hizo tu papá con nuestras fotos de bebés para proyectarlo durante tu baby shower ¡y las imágenes de tu ultrasonido que nos dicen que vienes bien y completito! Estamos haciendo un gran almacén de pensamientos felices como los que usaba Peter Pan para volar en el país de Nunca Jamás. Ahora que lo pienso bien, con el mismo fin.
Se me ocurre por ejemplo, cuando nos llegue el momento de que te vayas de la casa, quizá lejos, a estudiar, como hice yo, como va a hacer a partir de mañana tu tía Andrea. Ay m´ijito. Todo lo que nos espera. Pero como dice Pedro Infante, “con el tiempo y un ganchito…” todo nos va a salir muy bien, ya verás.
Estoy deseosa de ver ya tu carita, de tocar tus manitas, de contar tus dedos (mi mamá decía que era necesario, igual que revisarte por debajo del pañal, así que disculparás la poca discreción que reine en nuestro primer encuentro =) Quiero olerte, abrazarte, darte de comer, arrullarte.
Me han platicado tantas cosas lindas sobre los bebés. Mi tía dice que nunca olvidará la primera vez que se dio cuenta de que su hijo la miraba. Se quedó un buen rato observándola, luego le puso las manos sobre la cara y se rió con ella. Tu abuelita Ceci nos contó cómo fue la primera vez que bañó a tu papá. Dijo que su cuerpo parecía hecho de gelatina y que tenía pavor de hacerle daño. Por eso lo lavó y secó con mucho cuidado pero se tardó mucho y los dos acabaron bañados. Añadió que quizá por eso se traumó y a partir de entonces ya no le gustó bañarse =)
Cuando las madres me cuentan sus historias, veo cómo les brillan los ojos, cómo se transforman, veo cuán únicas y divinas son. ¡Somos! =) Yo también ya tengo mis propias experiencias de mamá. Como ahora que estoy alistando tu maleta de Tigger que llevaremos al hospital, con todas esas cosas chiquitas verdes, amarillas y azules, con todos esos sueños. Eres tan hermoso que aún la espera de ti es hermosa.
Nos haces muy felices, pequeñito. Te queremos con toda nuestra alma.

Llega pronto pero vente con cuidadito. Aquí te esperamos.
Con mucho amor, tu mami


Pd. Al terminar de escribirte escuché este verso, que tiene tanto que ver contigo: “Te quiero así, así, así, como una cosa santa, que se lleva en el alma como un rayo de luz”.

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