jueves, 11 de octubre de 2007

Diario del bebé 14 de septiembre de 2006

Hola bebé:

En este momento estás durmiendo en la sala a unos metros de mí. Tu papá te tapó aunque hace mucho calor, porque hay moscos.
Te recibimos hace 12 días. ¿Sí está bien hecha la cuenta, verdad?
Yo estaba aterrorizada cuando entré al quirófano. Fue algo dolorosa la operación, debo decir. Pero en cuanto te escuché llorar y vi que te traían conmigo ¡Todo se borró! Sentí como un calor que me envolvía toda y el corazón que se salía deseoso de mostrarte el que será tu hogar para siempre.
Ahora que te tenemos aquí, hay mucho por aprender. Para empezar, hay que aprender a quererte. No debemos malcriarte ni tampoco dejarte abandonado. Tiene que ser con medida todo. Tratamos de que duermas en tu cuna, para que no te acostumbres a nuestra cama y luego, ya que estés más grandecito, te puedas mudar a tu habitación.
Todo lo que tiene que ver contigo tiene que ser cuidadoso y concienzudo. Bañarte, curar tu ombligo, cambiarte de pañal, hervir tus mamilas.
Darte de comer por primera vez de mi pecho, fue toda una proeza. ¡No querías! Llorabas y llorabas. Pero llegó tu tía Tanya con sus métodos rudos y te obligó a agarrarlo, lo cual le agradecí mucho, porque desde entonces tenemos una forma de comunicarnos que no implica más que la proximidad de nuestros cuerpos, la respiración y el brillo de tus ojos.
Te levantas mucho de noche y lloras. Yo digo que porque eres comelón y quieres pecho a cada rato. Tu papá dice que es porque quieres que te estén haciendo caso, así que se queda jugando contigo y ya después te explica por qué tienes que volver a tu cuna.

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