jueves, 11 de octubre de 2007

Diario del bebé 1 de septiembre de 2006


Hola hijo de mi vida:

Te sigo diciendo bebé, pero la verdad es que ya tienes un nombre desde que tenías como cuatro meses en mi panza. Como creíamos que serías niña, tu papá dejó que yo pensara mis posibles nombres. Escogí Isla Elena. Isla hacía referencia a Isla Mujeres, que es el lugar más hermoso que he conocido hasta ahora. Elena, por supuesto, a tu abuelita materna que ya falleció. Él no estaba muy de acuerdo porque le sonaba medio raro, pero yo estaba fascinada desde que conocí precisamente en Isla, a una niña que se llamaba así y reflejaba toda la luz y la belleza de ese lugar que ya conocerás el próximo año si Dios quiere. Me dijo que me dejaría ponérselo si aceptaba yo usar bikini en Cancún durante nuestra luna de miel ¡Para entonces ya tenía yo seis meses de embarazo! No tendrás que imaginar cómo me veía porque hay fotos. Cielos. Acepté porque la verdad era lo más cómodo (los trajes de baño para embarazadas te hacen lucir como ballena o carpa).
Antes de irnos ya sabíamos que eras niño y habíamos empezado a hacer la nueva lista de nombres. Hubo varios. Hasta Facundo, por la tía favorita de tu papá; Alejandro, por mi papá, y Víctor, porque sonaba chido. También Diego, pero tu tía Lucy me dijo que significaba “el que miente”, y desde entonces lo descartamos.
No convencí a tu papá de que “Protector de los hombres” era el mejor nombre que podías llevar. Se negó a que te llamaras Alejandro, por un Alejandro que le caía mal. Entonces quedamos en que si no encontrábamos ningún otro que lo convenciera, te llamarías igual que él: Luis Alfonso.
Busqué en internet y entonces comprendí que su carácter combativo no es gratuito. Luis, que es una variante del germano Ludovico, significa “guerrero famoso en el combate” y Alfonso, “guerrero siempre dispuesto para el combate”.
Ahora no hay más que hacer, justamente debido a tales cualidades suyas, pues su determinación de que te llames así es inamovible J
Si Dios quiere mañana a las 9, el doctor te estará trayendo al mundo, mi amor.
Tu papá y yo estamos muy contentos. Tratamos de calmarnos el uno al otro, porque la excitación es mucha, las variables a tener en cuenta, todavía más, y las complicaciones familiares no cantan mal las rancheras. Figúrate. Y eso que no tienes abuela materna. Este día tu papá me dijo que me dedicara a relajarme, pero francamente resulta difícil y estoy levantada desde las cinco y media de la mañana. Ya arreglé nuestras cosas para el hospital y luego para la mudanza temporal con tu bisabuelita (mi abuelita paterna, que se llama Aurora y ya desde ahorita te quiere mucho). Recogí la casa, lavé los platos, hice la cama, doblé la ropa y tomé un desayuno ligero. Después de escribirte me pondré a hacer los dibujos que faltaron para tu cuarto. Confío en que me dé tiempo de terminar antes de las cinco que llegue tu apá, con tu cunita. Apenas la vamos a armar, ¿tú crees? No pienses que no te esperamos con ilusión ni que somos unos desprevenidos, aunque a veces sí lo somos, pero lo que pasó es que tienes dos cunas: una viajera y una de las normales. La que hacía falta traer de casa de la abuelita de tu papá era la grande. Así que hoy en la tarde dispondremos tus dos cunas una aquí y otra en casa de la citada bisabuelita tuya.
Ayer lavé unas sabanitas que te regalaron con un shampoo de telas para bebé que también te regalaron. Tuviste dos baby shower y en ambos te dieron montones de obsequios. Los miro todos con tanta alegría ¡representan lo mucho que te quieren muchas personas! Además son tan lindos y muy útiles. Todo tan delicado, todo tan chiquito y enternecedor.
La verdad creo que yo quería tenerte desde hace tiempo. Desde que tu papá y yo nos hicimos novios en la prepa. Pero tenía miedo y además no era el momento. Gracias a Dios nos esperamos y ahora que somos un poquito más maduros, podemos recibirte mejor y ofrecerte lo que hemos aprendido en nuestros 26 y 23 años de vida, respectivamente J
Siempre pensábamos en ti y hacíamos planes. Esos planes, que en un tiempo creí perdidos, ahora se están haciendo realidad de maneras inesperadas. Somos muy felices y estamos ansiosos de verte, de abrazarte, de besarte.
Por mi parte he imaginado cómo se sentirá tu corazón una vez que esté afuera de mí, porque hasta ahora ha ido a compás del mío, aunque a un ritmo más acelerado. Cómo se sentirá tu aliento en mi pecho. Cómo olerás y cómo te verás con los ojos abiertos y cerrados. Sólo nos separan unas horas. Aunque bueno, eso es un decir, en realidad “seremos separados” en unas horas.
No me acuerdo dónde me enteré de que durante la primera o primeras semanas de vida del bebé, él no sabe que es un ser diferente de su mamá. Cree que sigue siendo una parte de ella y la primera etapa de su maduración psicológica incluye que forme su identidad. También supe, bueno, eso en la escuela, que durante unos días también, eres capaz de diferenciar las lenguas distintas en que te hablen. Llegado cierto punto, elegirás una que tu cerebro empezará a abstraer y que será tu lengua materna. Normalmente esa lengua sí es la que habla tu mamá. ¿No te parece increíble?
Desde la concepción hasta el nacimiento, todo es magia. Todavía no dejo de echar pestes contra un tarado que escribió que nuestro país presenta atraso científico porque la gente sigue creyendo en los milagros. Haz el favor. Pero bueno, no tiene caso hablar con gente que nunca ha presenciado un milagro. Su corazón está seco y sus ojos no pueden mirar en otras direcciones que las que ellos mismos deciden que son “reales”.
Nunca dejes de creer en los milagros, amor, porque tú eres uno.
Y luego del nacimiento, la vida. Tampoco me acuerdo dónde vi esta frase: “La vida es el verdadero misterio; comparada con ella, la muerte no encierra ninguno”. ¡Y la vida es el mayor de los milagros!
Recuerdo los primeros días de mi embarazo, cuando empecé a tener asco por la comida grasosa y dejaron de gustarme cosas que antes me encantaban. Cómo rechacé el cigarro y el alcohol, aunque todavía no eras una certidumbre. ¿Ves que sabiduría de la vida, de la naturaleza? Le tomó siglos a nuestra especie desarrollar esa sensibilidad ¿Quién es capaz de no ver en ello la magia?
Soy tan feliz de escribirte. Tan feliz de tenerte y de ser tu mamá. De no tener idea de cómo demonios nos las vamos a arreglar para educarte y hacerte “un hombre de bien” (broma, significa “hacerte feliz”).
El mundo empieza con cada vida. Eso no es mío, no vayas a creer. Es de Octavio Paz, que es un señor que trabajaba como poeta y sabía muchas cosas con el corazón. Con cada niño que va a nacer se repite la primera historia del mundo. Los padres son, somos, Adán y Eva, la primera semilla y la primera tierra.
El instinto nos nace de vetas inexploradas. Nos convertimos en los primeros hombres, que no sabían nada, que lo temían todo, que se arrodillaban cuando salía el sol o cuando el relámpago incendiaba los troncos secos. “Usted llega a sentirse eterno, de tanto y tanto asombro” (hoy ando muy citadora, de ésa sí me acuerdo también, es de Benedetti).
En fin hijito, que estoy muy contenta y quería escribírtelo antes de que llegaras porque después a lo mejor no hay tiempo. Todo mundo nos dice que ahora sí vamos a saber lo que es bueno, que ya veremos lo cansado que es atender un bebé, que no vamos a volver a dormir ni a salir ni a vivir igual. Pues claro que no. Qué clase de gente. ¿Tan mal les ha ido con sus hijos que sólo cuentan lo malo?
Nosotros preferimos escuchar a los más positivos, que nos dicen que uno no se va a morir por desvelarse, ni por no haber bañado o cambiado nunca a un bebé porque nadie nace sabiendo y hay que aprender sobre la marcha. Con ayuda de Dios, de tu papá y de otras madres, te atenderé con todo mi amor, bebé. Prometo hacer mi mejor esfuerzo. Espero que te guste tu cuarto.
Te adoro. Nos vemos mañana.

Tu mamá.

Pd. Sé que hacerse expectativas no sirve para nada. No porque de cualquier manera, al final, las cosas pueden salir mejor o peor, desilusionar o envanecer, sino porque son un equipaje pesado, y de veras, no sirven para nada. Así pues, te amo con todo mi corazón y me alisto para recibirte como Diosito te haya mandado, mi amor, sin expectativas.

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