domingo, 6 de julio de 2008

Luto en el país de las cuatro estaciones

Esta narradora cometió una pequeña falta a la verdad al desaparecer al mago Melquíades en el primer capítulo de la historia. En realidad el Mago Melquíades se fue lejos a otro país pero las hadas siguieron viéndolo y queriéndolo como su papá que era, aunque resintieron su distanciamiento y… algunos otros aspectos que no desarrollaremos en este capítulo transitorio.
Hoy las hadas están de luto porque la verdadera muerte del Mago Melquíades ha ocurrido.
Ni los pájaros, ni las piedras mágicas, ni las semillas del color del arcoíris volverán a escuchar sus historias.
Yo sentiré especialmente no volver a oír sus chistes de humor negro ni poder hacerlos a costa de él. Recuerdo una vez que el doctor le dio un diagnóstico muy negativo: que tenía alta el azúcar, la presión, el colesterol, los triglicéridos…, y la tía Luli (hada Celeste en la historia, bastante más maliciosa de lo que aparece pero igual de dulce), lo interrumpió: -¿Y tú qué le dijiste? ¡Y sin embargo me muevo! Fue muy gracioso y hasta la fecha me río, porque ella siempre trataba de darle ánimos, a pesar de que tenía tiempo que no veíamos ni la sombra de lo que había sido el abuelo hasta hacía unos años.
Recuerdo también que me enojé con él cuando murió mi mamá porque insistía mucho en que mi mamá había cometido un error al llevarse el carro sin haberlo manejado antes y sin experiencia en la carretera.
Mi tía July, (Ámbar), me dijo que era injusta con él, porque perder a una madre podía ser muy difícil, pero era mucho peor perder a una hija y que él había perdido dos. Entonces lo abracé. Él trataba de mostrarse fuerte, de no derrumbarse, como él decía. Eso le parecía muy importante, pero creo que el efecto que eso tuvo después fue devastador.
Se volvió un fantasma de él mismo. Sombrío, desganado, enfermo, había perdido toda alegría por vivir. Nada lo contentaba, ni el trabajo, ni los paseos, ni los libros que antes le habían apasionado. Yo me fui y él se quedó aquí, siempre me dijo que era mejor que me quedara aquí, de hecho un año pospuse mi ida a Xalapa por su recomendación.
Desde que entré a la carrera casi no lo veía y como estaba en mi época de rebeldía, me chocaba que me regañara porque no venía suficiente a Coatza o porque no rendía cuentas a nadie, difícilmente les avisaba si estaba en Xalapa o en algún otro punto de la república.
Pero cuando volví, me casé, tuve a mis hijos y me reconcilié con muchos aspectos de los que antes había renegado, también me reconcilié con él. Me daba mucho gusto verlo. Me daba gusto ver que cargara a mis hijos y que me contara anécdotas de mis tías y mi mamá cuando eran niñas. También me contaba de sus otras nietas, a las que enseñaba a hacer travesuras y decir malas palabras.
Me gustaban mucho esas historias que también me cuenta todavía su hermana y mi querida tía Jose, de esas niñas que yo veía como las haditas que pongo en el cuento. Esas haditas fuereñas de ojos claros, venidas a la tierra donde los ríos sí tenían agua y en agosto ensordecían los truenos, mis tiítas y mi mamá.
El propósito de escribir el cuento era unir a la familia y contar a otros algunos sucesos de nuestra historia, mezclados con alguna fantasía y el polvo de los recuerdos.
Nunca reparé en que él no leyó ninguno de los capítulos. Nunca le conté nada.
Dice mi tía que tal vez allá donde esté ahora, tenga acceso a internet. Es posible. Todo es posible.
Pienso que debe ser una buena vida la que tiene ahora. Allá en el cielo en algún reposet de nubes, comiendo frituras, dulces y tomando coca, o quizá en la otra dimensión sea joven otra vez y conduzca un Ferrari con una hermosa rubia al lado (perdón abuelita, es sólo un buen deseo), o tal vez sea ingeniero en algún complejo de las alturas.
Sé que estás bien abuelito. Pero sí te extraño. No es un sentimiento reciente. Te extraño como eras hace varios años, cuando te veía en las oficinas de agro, con toda tu pompa ingenieril. Como eras cada domingo que me hablabas para corregir los artículos que publicaba en el suplemento. Extraño cuando discutías y pegabas en la mesa de tal forma que aquel enorme cenicero brincaba y brincaba.
Siempre he sido una crédula, no voy a negarlo, pero me gustaba mucho creer que de veras habías ido a agarrar víboras de cascabel con un palo y que habías llenado un saco con ellas y luego las habías transportado en camión para venderlas en el mercado Sonora. Que una estrella de cine se había enamorado de ti y que una bailarina exótica te había hecho su amante siendo tú muchacho. Que fuiste boxeador y aventurero, que tuviste muchas mujeres y mucho dinero, carros, pistolas y libros. ¡Qué gran personaje eras! Si tan sólo hubieras sido más feliz.
Claro que lamentarse no sirve de nada, ni podemos decir que seríamos libres y felices si nuestra vida hubiera sido diferente. Estoy de acuerdo con que te hayas ido, sé que allá ya estás tranquilo, ya no te duele ni te atemoriza nada, pero no puedo evitar ver mi miedo y mi soledad en el espejo de tus últimos días. No puedo evitar el vértigo al asomarme a esa sonrisa de las fotografías que ya no volví a ver ¿Qué parte de mi vida se ha quedado atrás para ya no volver? Y mis propios conflictos con mi papá, somos muy diferentes, pero lo quiero y quisiera que pudiéramos resolverlos antes de que fuera muy tarde para cualquiera de los dos.
En resumen, me duele la distancia, las lecciones no aprendidas, la pérdida. Quisiera poder ser más sabia para tomar esto como una oportunidad para aprender, para crecer, para hacer a tiempo las cosas que de otro modo hubiera dejado para después, pero todavía sigo varada en la tristeza.
Te mando muchos besos abuelito y Mago Melquíades, te quiero mucho. Dales saludos a todos por allá, a la family y a Jim Morrison! Bueno, no estoy segura de que esté en el cielo, pero si lo ves, dile que soy su fan.
También te mando esta canción de Cri Cri, que estaba cantándole a Luisito cuando se quedó dormido y de repente sopló un aire tibio y suave, yo sé que eras tú, gracias por despedirte.
Tu nieta que te adora
Lourdes

¿Recuerdas, marinero tu barquito en el mar de la China,
que saltaba muy ligero, en las olas, como golondrina?
Toma tu pipa y ponte a fumar mientras te canta la brisa del mar.
¿Recuerdas, marinero, La sonrisa de aquella princesa,
que salvaste de la gruta del dragón de 500 cabezas?
Toma tu pipa y ponte a fumar mientras te canta la brisa del mar.
¿Recuerdas, marinero el país de los bosques gigantes
en los cuales, la yerbita es del alto de los elefantes?
Toma tu pipa y ponte a fumar mientras te canta la brisa del mar.
¿Recuerdas, marinero, la gran isla del fiero pirata
Y sus playas adornadas con diamantes, con oro y con plata?
Toma tu pipa y ponte a fumar mientras te canta la brisa del mar…

2 comentarios:

Kal-El dijo...

Descansa en paz, padre de hadas. Abuelo de piedras preciosas y bisabuelo de querubines.

Gracias por todo y no se preocupe, que aquí se queda un servidor a cuidar de sus tesoros.

Hasta la próxima vez y que tenga un buen viaje.

Lau dijo...

Hola lulú cómo estas? espero que muy bien y muy feliz y con ese carisma tan lindo que te distingue siempre jeje :P

Una vez más te felicito por tu manera tan hermosa de escribir, la verdad que lo haces muy bonito y cinceramente te admiro mucho, sigue escribiendo aún más por que no hay duda que eres una gran escritora.

Te mando muchos saludos a ti y a Luis, un abrazo y un besos a tus 2 "osos" tan lindos y hermosos como toda tu familia.. que Dios te bendiga hoy y siempre.

Lau Liz