lunes, 14 de enero de 2008

Toda luz

Hoy ya son siete días de su llegada. Los primeros tres fueron muy dolorosos, pero ahorita ya estoy mejor. Ella estuvo bien desde que vio la luz. Aunque sólo pesó dos kilos 600 gramos, está sana y completa, gracias a Dios.
Como nació con mucha hambre, todos pudimos comprobar el buen estado de sus pulmones. Lloró mucho y se la pasó en brazos. Estaba un poco hinchada del párpado izquierdo, creo, y muy muy colorada. Pero yo la veía preciosa. Sin querer y por las prisas, acabó envuelta en las mismas sábanas que Luisito el día de su alumbramiento. Estaban hermosos los dos. Mi pequeño que ahora se ha convertido en hermano mayor, conducía a los visitantes de la escalera a la entrada de la habitación. Y ya adentro, el orgulloso papá les daba chocolates cuando pasaban a ver a la princesa.
Su primera noche hubo que mandar traer su leche porque no se consolaba con té. Después de que la tomó, por fin se durmió, pero ya casi era de mañana. Hizo ver su suerte a la abuelita y a la enfermera que la estaban cuidando porque lloraba mucho y muy fuerte. Yo seguía drogada.
El segundo día comí por fin, me bañé, di un pequeño paseo por el hospital y me sentía muy bien. Me dediqué a descansar y a disfrutar de la tranquilidad de ya tener a la beba conmigo. Siguieron las visitas, los regalos, los buenos deseos y las palabras dulces. Los problemas empezaron en la noche. Se pasó por completo el efecto de la anestesia y el relajante, y el dolor comenzó en serio. Mi tiíta Luli se quedó conmigo, me hizo reír y ver el lado positivo del asunto, pero no pude dormir bien. Me desperté cansada, con mucho dolor y ganas de nada. Además de los famosos “entuertos” me daban bochornos y me sofocaba. Si levantada me daba uno, se añadía la náusea y el mareo.
Cuando llegó el doctor le conté cómo me sentía y dijo que sí, que iba a tardar unos diítas más en recuperarme; más que la vez pasada, quería decir. “Unos cuatro o cinco días” se me hacían una eternidad y me puse a llorar de los nervios, de la revoltura de sensaciones. Me quitaron el parche para revisar la herida y grité. Me daba pena hacer tanto pancho, pero la verdad, no me podía contener. El dolor era más grande que cualquier otro del que puedo acordarme. Quería desmayarme o algo, las cosas me parecía que pasaban demasiado rápido, no quería ver a nadie porque me sentía culpable de no estar feliz por la bebé. Sólo quería encerrarme y dormir. Pero era necesario preparar todo para irnos e irnos. Hasta hablar me costaba.
Así estuve con mi cara de Grinch todo el día y otro u otros días más. Mi pobre galán se hizo cargo de los bebés y de la casa, con ayuda de mi suegra, mi abuelita y mis tías.
Cuando el dolor cedió, vi las cosas con más claridad. Volví a estar contenta de tener a mi nena que está preciosa y sana, que come mucho, en sesiones largas, primero el pecho, luego la mamila y luego otra vez el pecho y la mamila y ya se vuelve a dormir.
Es una princesa hibernadora. Se ve lindísima con su ropa nueva. Huele a pastiseta y dan ganas de comérsela a besos, pero las demostraciones de afecto excesivas la hacen hacer gestos. Explora seria a su alrededor con un dedito en el mentón. Arruga el entrecejo mientras se esfuerza por identificar las voces que oye. Tiene ojos profundos y dulces.
El día previo a la cesárea me dio por extrañar a mi mamá y lloré mucho. Pero el río se llevó la tristeza y ahora creo que tengo oportunidad de aprovechar sus lecciones de cariño para “domesticar” como dicen Serrat y Exúpery, a esta princesita, de crear con ella lazos que no puedan romperse aunque nos separe la distancia y aún la muerte, de entendernos sin palabras, de hacer magia, magia poderosa para siempre.
Lo que sigue es la vida. El amor. La esperanza. Gracias Señor por tantas bendiciones.

4 comentarios:

Sirenita dijo...

Hola manita! Muchisimas Felicidades :D Está preciosa!! Gracias a Dios todo salió bien, echale muchas ganas, sé fuerte, ya pronto te vas a recuperar por completo. Te mando un beso y un abrazo, cuidala bien y espero poder ir pronto a conocerla :)
Te quiero mucho.
http://picasaweb.google.com/lajugani/ElenaIxchel

La señorita verde dijo...

Doña querida, bendita su hermosa hija y bendita usted, a quien quiero y extraño mucho. En verdad quise ir a Coatza pero no se pudo, y menos ahora que la vida me ha cambiado tanto, pero ya encontraré un momentito, pues hay mucho que contar. Besos a sus hijos, saludos a su caballero y recuerde que tanto en Mérida como en Coscomatepec tiene su casa.
Algo más, qué bien escribe usted, de tan precisa descripción casi sentí los dolores, jejejeje ¡no nos asustes Luú no nos asusteeees! Un abrazo fuerte.

Anónimo DeLlira dijo...

Hola Lulú, como dice una canción por ahí, dando mil vueltas llegué hasta... y me dio gusto leer tus notas y ver las fotos de tus hijos. Qué belleza. Te mando un abrazo y ojalá la vida te siga sonriendo, y por supuesto, sigas sonriendo tú también.

Por ahí andamos.
Vera

Kal-El dijo...

Luz de mis amaneceres, luz que toca antes que a nadie a la isla de la luna. Luz que se convierte en Diosa al tocar la arena vírgen mezclada con el agua del Caribe.

Luces de mis luces, amores de mis amores. El final del tiempo toca su principio formando un círculo perfecto. Círculo que recorreré una y otra vez, sin fatiga, encantado por el infinito amor que por ustedes siento.

Bienvenida seas, Elena Ixchel.