jueves, 11 de octubre de 2007

Manual del Pollo

Ayer comenzó a dar sus primeros pasos.
Me pregunto si seguiré recordando tan nítidamente este día cuando vaya a la universidad o se case o simplemente se mude, como pasa en los comerciales y en las series.
Me pregunto si para entonces ya seré lo bastante madura para no querer sostenerlo a cada paso que da y tendré la suficiente inteligencia para distinguir los peligros de los que aún me corresponde librarlo.
Es tan fuerte. ¡Tiene mucha determinación! Se cae y arruga la nariz y protesta. Nosotros, siguiendo nuestra intuición y lo que hemos aprendido con algunas revistas para padres, le decimos que no pasa nada, que se levante, que va muy bien. Entonces él sigue con la nariz arrugada y protesta hasta que dejamos de hacerle caso. Sólo cuando ya no lo estamos viendo, vuelve a intentar, con una sonrisa de pillo.
Se ve que le cuesta trabajo: tiembla ligeramente, se tambalea, se concentra en mantener el equilibrio y, finalmente, avanza. ¡No debe ser cualquier cosa aprender a caminar! Y sin embargo, para él, es uno más de sus juegos.
Ese gesto es una lección de vida para los adultos. Recuerdo que alguien me decía: “tienes que esforzarte sin forzarte”, y yo quería darle con un sartén en la cabeza. ¿Cómo esforzarse sin forzarse? ¿Cómo vivir la vida como un juego? ¿Cómo sonreír cuando tienes que intentar muchas veces y ya te cansaste o te duele? Él me lo ha mostrado.
Tiene perseverancia y cabeza dura. Le gusta meterse en lugares difíciles. Ya aprendió a ponerse pecho tierra y estirar el brazo para alcanzar sus pelotas debajo de los muebles. También a avanzar en esa posición hasta conseguir su objetivo. Luego sale con la cabeza llena de telarañas de los lugares que supuestamente limpio todos los días. También se mete entre las patas de las sillas, en las profundidades de debajo de la mesa, y estudia en qué lugar ya se puede poner de pie, para que su cabeza se pegue al cristal. Desde abajo me saluda o hace por jalar la computadora que ve encima.
Diario también descubre nuevos riesgos que yo voy tapando: que si se apoya en el cristal del librero, que si quiere agarrar el detergente, que quiere chupar la clavija del ventilador, que jala los cables. Y ya le atravieso una silla, le cierro una puerta, le pongo los zapatos fuera de alcance, pero se las ingenia para encontrarlo todo de nuevo y hacer un caos.









Le da tanto gusto aprender. Es un ejemplo de alumno, pero casi no hace caso de lo que yo le enseño, más bien tiene como su propia escuela.
Desde que era más chiquito le ha gustado el papel. No sé si heredó el gusto de sus padres por los libros o simplemente es literófago. Come publicidad, revistas y páginas legales. Ya se comió un cacho de Goethe y otro de Whitman. A Pacheco y a Revueltas, sólo los chupa y los vuelve a dejar en donde los sacó. A Rulfo lo avienta. Para poner a salvo mis libros tuve que amarrar las puertas del librero que está en su cuarto porque ya descubrió cómo se abre. También le di una agenda con los bordes plateados y un separador de listón, y sí se entretiene arrugando las hojas, porque no las puede arrancar.
Le da mucha risa cuando por poquito que sea, me le escondo y vuelvo a aparecer frente a él. Tiene una risa que “cristalina” no alcanza a describir. Se parece a muchos colores y al agua fresca cuando corre bajo el sol. Me ilumina, me llena de agradecimiento, de ternura y de fe. Por eso me la paso haciendo tonterías que lo hagan reír, ¡Pero funciona mejor cuando no lo estoy intentando! Creo que es un poco burlón, igual que solía ser su abuelita Elena. Tiene ese mismo semblante serio que tanto gusto me daba ver cambiar a sonrisa y a carcajadas, aunque fuera a mis costillas.
A su papá también le gusta mucho hacerlo reír. Con frecuencia tiene más éxito que yo. Es que tiene eso salvaje que une a los hombres y luego los enfrenta. Lo sacude, le da vueltas, le muerde la panza, lo apachurra. Ayer se pusieron a jugar futbol a media noche. Al bebé le daba mucha risa que él gritara: -¡Campos!-, cuando se lanzaba a cachar la pelota. Luego ambos debieron bañarse, porque aunque fue sólo un momento, acabaron empapados de sudor y llenos de tierra.

3 comentarios:

Jon edeR 'Bonzo' Bonham dijo...

hola, luli!, me uno a los comentarios je je,no sabia que tenias blog, ta chido!!!y que aunque segun todos ya leyeron esto pero pocos dejan comentarios ¬_¬| se pasan!!... Leechers Malagradecios!!!!..Saludos desde JalapUnk!...

(^_^)jon edeR

María de Lourdes Nieto Peña dijo...

Hola hija-mami!

Escribes y sabes expresar el amor de una mami de una manera hermosa, al leer tus palabras impregnaas de cariño, siente el lector como nace el lazo de amor de una madre y su bebé. Sigue escribiendo hija, te quiero mucho y también al pollito.

Zabeta McNamara dijo...

Pon más cosas del bebe !

Snif snif !! =) (WOW)


Atte.

Zabeta y Eder.